CIUDADES INTELIGENTES, SOSTENIBILIDAD Y SABIDURÍA DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS

Resumen

Este artículo critica el concepto hegemónico de Ciudades Inteligentes, a menudo limitado a avances tecnológicos e intereses económicos. El objetivo es cuestionar la visión occidental de la sostenibilidad y el progreso urbano con la sabiduría de los pueblos indígenas, en particular las contribuciones de Ailton Krenak, y con la crítica de Milton Santos a la cuestión urbana, buscando construir una comprensión más inclusiva y verdaderamente sostenible del futuro urbano. La metodología empleada articula el análisis de Milton Santos del espacio geográfico como instancia social y política con la sociosemiótica de Eric Landowski. Esta última se utiliza para descifrar las estructuras discursivas que subyacen a las obras de Ailton Krenak (La vida no es útil, Ideas para posponer el fin del mundo, El mañana no está en venta), lo que nos permite explorar cómo el autor deconstruye el antropocentrismo occidental y propone una reconfiguración de la relación entre humanos y no humanos. Los principales hallazgos revelan que la concepción predominante de las Ciudades Inteligentes, al priorizar la tecnología y la lógica utilitaria, contribuye a la perpetuación de las desigualdades sociales y la "ciudadanía mutilada", como teorizó Santos. En contraste, la perspectiva indígena de Krenak cuestiona el "poder hacer" y el "saber hacer" técnico-científico, reposicionando la naturaleza como agente y la vida como un valor intrínseco, no utilitario. Una ciudad verdaderamente inteligente, según este enfoque, sería aquella que reconoce la pluralidad de conocimientos, desafía la producción y el consumo incesantes, promueve la autonomía y la corresponsabilidad con el territorio, e integra racionalidades no occidentales y la "institución del sueño" como guías para un desarrollo equitativo y resiliente. El estudio concluye que la integración de la sabiduría indígena y la crítica geográfica es crucial para que las Ciudades Inteligentes trasciendan la retórica tecnocrática y se conviertan en entornos que fomenten la inclusión social, la ética de la vida y la desalienación.